Cuando hablamos de libertad, a menudo pensamos en la capacidad de hacer lo que queremos: elegir sin límites, movernos sin restricciones, expresarnos sin filtros. Pero ¿es eso libertad o una idea limitada de ella?
Desde la mirada de la terapia sistémica, las constelaciones familiares y el yoga somático, descubrimos que la libertad verdadera no es externa, sino interna. No se trata solo de tener múltiples opciones, sino de poder elegir desde un lugar habitado, presente y consciente.
Qué es la libertad: más allá de lo obvio
La libertad es la capacidad de estar plenamente en lo que vivimos, sin quedar atrapadas por reacciones automáticas, patrones heredados o miedos inconscientes. Es poder habitar el presente sin huir, sin disfrazar, sin negar.
En este sentido, la libertad no es una meta, sino un estado de ser. No se alcanza, se cultiva. Y se cultiva en el cuerpo, en la conciencia y en el alma.
La verdadera libertad es poder estar contigo sin miedo. Escucharte sin juicio. Sentirte sin salir corriendo.
¿De dónde nace la libertad?
Muchas veces creemos que la libertad se consigue con más control o más opciones. Pero nace de algo mucho más sutil y profundo:
1. Del cuerpo presente
Un cuerpo sentido y habitado nos conecta con el aquí y ahora. En el yoga somático, aprendemos que el cuerpo no es una máquina que hay que moldear, sino un lugar que habitamos. Cuando escuchamos sus señales —dolores, tensiones, suspiros, temblores— nos damos cuenta de lo que realmente necesitamos.
Si vivimos desconectadas del cuerpo, somos más propensas a reaccionar desde el piloto automático o a dejarnos llevar por la mente hiperactiva. La presencia corporal abre espacio para elegir con claridad y no desde la urgencia o el miedo.
2. De la auto-conciencia
La auto-conciencia emocional y mental nos permite observar nuestros pensamientos, emociones y reacciones sin identificarnos con ellos. Cuando somos capaces de notar un patrón (como la necesidad de agradar, el impulso de huida o la autoexigencia), sin dejarnos secuestrar por él, estamos ejerciendo nuestra libertad.
El espacio interno que se abre entre el estímulo y la reacción es donde florece la libertad.
3. Del vínculo con lo auténtico
La libertad aparece cuando dejamos de vivir según lo que otros esperan de nosotras. Cuando soltamos los condicionamientos familiares, las creencias limitantes y las máscaras sociales, y comenzamos a actuar desde lo que realmente sentimos.
Esto no es fácil. Implica atravesar miedos, cuestionar lealtades invisibles, desafiar mandatos antiguos. Pero cada paso hacia lo auténtico nos acerca a la libertad.
Tipos de libertad: interna y externa
Podemos hablar de dos grandes tipos de libertad:
Libertad externa
Es la que más reconocemos: libertad de movimiento, de expresión, de elección. Es importante, sí, pero incompleta si no va acompañada de la segunda.
Libertad interna
Es la capacidad de sostenernos por dentro. De elegir desde la calma. De dejar de reaccionar desde heridas viejas. Es más difícil de medir, pero más transformadora.
Una persona puede tener libertad externa y seguir sintiéndose atrapada. Y también puede vivir con ciertas limitaciones externas, pero ser libre internamente.
¿Qué no es la libertad?
Para acercarnos a la esencia de la libertad, también es importante aclarar lo que no es:
- No es hacer lo que quiero sin consecuencias.
- No es negar el dolor ni la incomodidad.
- No es evitar compromisos o rechazar todo lo que implique esfuerzo.
La libertad verdadera incluye responsabilidad emocional, compromiso con lo real y apertura al presente, incluso cuando no es cómodo.
¿Qué nos proporciona la libertad?
La libertad interna transforma nuestra forma de estar en el mundo. Algunos de sus frutos más visibles son:
1. Presencia real
Cuando somos libres por dentro, podemos estar aquí. No necesitamos escapar del presente, distraernos constantemente o vivir desde la mente en el futuro o el pasado.
2. Ligereza emocional
La auto-conciencia nos permite dejar de reaccionar por inercia. Esto reduce el peso del juicio, la exigencia o las emociones no digeridas.
3. Coherencia interna
La libertad nos permite sentir lo que sentimos, pensar lo que pensamos y actuar en consecuencia, sin tener que fingir ni complacer.
4. Relaciones más honestas
Cuando no dependemos de la aprobación externa para sentirnos válidas, podemos vincularnos desde la verdad, no desde la necesidad. Esto da lugar a relaciones más maduras, sanas y auténticas.
La libertad en la terapia sistémica y las constelaciones familiares
En el enfoque sistémico, muchas de nuestras decisiones y bloqueos vienen condicionados por dinámicas invisibles: lealtades familiares, traumas no resueltos, mandatos inconscientes.
Al tomar conciencia de estos enredos, dejamos de actuar en automático. Nos liberamos de roles heredados (“la salvadora”, “la fuerte”, “la que no puede fallar”) y empezamos a recuperar el derecho a elegir nuestra propia vida.
Las constelaciones familiares nos muestran que la libertad no consiste en cortar con el pasado, sino en ordenar el sistema interno y devolver a cada uno su responsabilidad, para poder avanzar livianas.
La libertad se da cuando ocupamos nuestro lugar, con respeto por el sistema, pero también con fidelidad a nuestra verdad.
La libertad en el yoga somático
El yoga somático no busca lograr posturas perfectas, sino recuperar el contacto con el cuerpo vivido. La libertad se cultiva en pequeñas cosas:
- Al permitirme moverme a mi ritmo, sin forzar.
- Al soltar la idea de “hacerlo bien” y escucharme con honestidad.
- Al liberar tensiones que me mantienen congelada.
- Al habitar el cuerpo sin necesidad de huir de lo que siento.
Cada respiración consciente, cada movimiento desde el sentir, es un acto de libertad.
Cómo cultivar la libertad en tu vida
Aquí algunos caminos para abrir espacio a más libertad interna:
- Habita tu cuerpo cada día, aunque solo sea unos minutos.
- Observa tus reacciones con curiosidad en lugar de juicio.
- Cuestiona tus pensamientos automáticos: ¿Son tuyos o heredados?
- Conecta con lo que realmente necesitas, no con lo que “deberías” necesitar.
- Honra tu ritmo y elige lo que te nutre, no lo que te empuja.
- Busca apoyo terapéutico si sientes que hay patrones que no puedes cambiar sola.
Conclusión
La libertad no es una meta exterior que se alcanza con más control o independencia. Es un camino de presencia, auto-conciencia y autenticidad. Es aprender a estar contigo misma, con tu cuerpo, con tu historia y con tus emociones… y desde ahí, elegir.
Si estás en este proceso de liberarte de mandatos, soltar lo que no te pertenece y habitarte con más verdad, te acompaño desde la terapia sistémica, las constelaciones familiares y el yoga somático.
Recuerda: no se trata de ser libre en todo momento, sino de aprender a regresar a ti cuando te pierdes.
—-
💥 Enciende ya tu chispa 💥
¡Hasta la próxima!