Sonia Esteve, Psicoterapeuta sistémica. Directora de SERSISTEMICA. 4 de julio 2021.
La terapia sistémica parte de la teoría general de sistemas, desde la que se explica el funcionamiento y crecimiento de todo ser humano como resultado de un todo. Desde este punto de vista, las causas que subyacen bajo el comportamiento de una persona no pueden explicarse únicamente a través de su personalidad (causalidad lineal) sino que en su conducta influyen multitud de aspectos que interaccionan entre sí (causalidad circular) y que todos unidos, contribuyen a crear una determinada dificultad, conflicto o síntoma.
Dentro del marco de influencia del individuo, en la terapia sistémica se analizan todas las áreas que afectan su desarrollo óptimo: biológica, física, cognitiva, emocional, familiar (transgeneracional, familia de origen y familia constituida) social y cultural. Una vez el consultante toma conciencia de ciertos patrones repetitivos que están en la base del problema por el que consulta, el terapeuta lo acompaña a transformar esos patrones en su experiencia, produciendo un efecto positivo en sí mismo y en las personas con las que interactúa.
En caso de que sea toda la familia la que asiste a terapia, es decir, de que se realice una terapia familiar sistémica, el terapeuta facilita el que todos los miembros puedan adquirir mayor conocimiento acerca de aquellas acciones que de forma individual o en conjunto contribuyen a mantener y agravar el problema. Del mismo modo, se promueven nuevas pautas de interacción que ayuden a crear una solución válida para todos los miembros de la familia.
¿En qué situaciones funciona la terapia sistémica?
La evidencia terapéutica ha demostrado su éxito en el tratamiento de las siguientes afecciones:
● Conflictos en las relaciones familiares en la etapa infantil y adolescente.
● Dificultades en la pareja.
● Adaptación a los diferentes ciclos vitales (maternidad, divorcio, adolescencia, nido vacío, tercera edad, etc.) y/o situaciones de crisis (divorcios, accidentes, estrés y ansiedad, muertes, migraciones, sucesos traumáticos, etc.)
● Problemas en las relaciones interpersonales, dentro de diversos contextos (laboral, amistades, familiar, etc.)
● Adicciones
● Trastornos de la alimentación.
● Afecciones psicosomáticas.
● Fobias y miedos
Diferencia entre la terapia familiar y la terapia sistémica:
La diferencia entre ambas modalidades de terapia radica en dos aspectos. Por un lado, la metodología y las teorías que sustentan el modo de hacer del terapeuta. En otro ámbito, si el consultante es una persona o una familia.
En la terapia familiar no siempre se utiliza como base la teoría sistémica, pero es imprescindible que acudan todos los miembros de la familia a consulta.
La terapia sistémica es aquella terapia ejercida por un profesional del ámbito de las ciencias sociales y de la salud (Psicólogo, Trabajador Social, Médico, Psiquiatra, etc.). que tiene formación en terapia sistémica, ya que, una vez finalizada su formación universitaria, realiza una especialización a través de un máster en terapia familiar sistémica en una Universidad o Escuela acreditada para ello. Esta formación teórico/práctica lo capacita para recurrir como base de su trabajo a la teoría general de sistemas, enunciada por Von Bertalnafly, en 1969. Ello no lo exime del hecho que complemente su trabajo con otras técnicas e instrumentos terapéuticos en los que se haya formado. De hecho, muchos terapeutas sistémicos tenemos formación en terapia breve sistémica o estratégica, lo cual contribuye a realizar un trabajo más rápido y eficaz con el o los consultantes.
Otro aspecto diferenciador de la terapia sistémica es que este tipo de ayuda se puede ofrecer de forma individual. Esto es especialmente interesante cuando únicamente uno de los miembros del sistema (generalmente el más fuerte o el que más sufre) es el que siente la necesidad de producir un cambio en el funcionamiento familiar y no cuenta con el apoyo del resto de los miembros. El hecho de que el individuo motivado al cambio participe de un proceso terapéutico sistémico, va a producir cambios en el resto del sistema, puesto que tomar conciencia de cuál es su posición frente al resto, ya lo sitúa en una posición de transformación, que influye inevitablemente en el funcionamiento de todo el sistema familiar.
¿En qué se basa la teoría general de sistemas?
La teoría general de sistemas alude al hecho de que todo sistema (biológico, familiar, social, escolar, laboral, etc.) busca un equilibrio u homeóstasis. En ocasiones, cuando un contexto determinado o sistema funciona de forma que no garantiza el bienestar de sus individuos, algunos de ellos pueden desarrollar síntomas de malestar, que indican la necesidad de cambio en el funcionamiento de las reglas que hasta la fecha habían sido útiles. Si el sistema no es capaz de adaptarse a los cambios de forma funcional va a desarrollar una deficiencia o disfunción, lo cual implica que se restablezca la homeóstasis a costa de la salud o sufrimiento de uno o varios miembros del sistema, que son los llamados “chivos expiatorios”, “excluidos” u ovejas negras”.
El hecho de que todos los sistemas estén en constante cambio exige una readaptación constante a la realidad, para la que no todas las personas se sienten preparadas. Es ahí donde tiene cabida la terapia sistémica. Justamente, en numerosas ocasiones los profesionales de este ámbito han llegado a identificar al “individuo problemático” como el más “sano”, puesto que es el que trae conciencia sobre la necesidad de un cambio en la forma habitual de funcionar.
Orígenes de la terapia sistémica:
Esta corriente psicológica surgió en la segunda mitad del siglo XX con el fin de explicar el por qué ciertos individuos que eran tratados individualmente y con resultados positivos, una vez volvían al entorno habitual de nuevo desarrollaban los mismos síntomas. Los primeros profesionales que la aplicaron empezaron a reunir a toda la familia con el fin de identificar dónde estaba el problema.
Entre sus precursores encontramos a varios psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas que junto a Paúl Watzlawick desarrollaron distintas teorías de la comunicación y la cibernética. Algunos pioneros fueron William Fry, Don Jackson, Jay Haley, John Weakland y, tiempo después, Virginia Satir, quien introdujo una nueva profesión dentro del área de la terapia familiar: el trabajo social. Satir desarrolló un modelo terapéutico, que más adelante retomaría Jay Haley, fundando la escuela Estratégica, con la que iniciaba las bases de la Terapia Breve Sistémica.
Mientras tanto, otras escuelas estaban desarrollando nuevos modelos de terapia sistémica: la Escuela Estructural, liderada por Salvador Minuchin y la Escuela de Milán, fundada por Mara Selvini.
En la década de los 80`s, tomando la influencia de las teorías contemporáneas de física cuántica, se une a la terapia sistémica el paradigma del constructivismo, desde el que se tiene en cuenta el papel del observador en toda la dinámica familiar. Partiendo de esta nueva premisa, la terapia sistémica se nutre de nuevos enfoques terapéuticos, como las técnicas narrativas y los abordajes psicoeducativos, extendiendo esta disciplina alrededor del mundo.
En ese mismo contexto, Bert Hellinger creó su propia terapia familiar sistémica, en la que fusionó sus conocimientos de Psicodrama, Terapia Gestalt, Análisis Transaccional, Dinámica de Grupos, Psicoanálisis, Hipnoterapia y PNL, desarrollando su trabajo con Constelaciones Familiares, desde el que ha obtenido su reconocimiento profesional como uno de los terapeutas claves de la psicoterapia actual, debido a la facilidad con la que esta técnica aporta soluciones sencillas a problemas complejos. Hellinger basó su trabajo en la observación de unas leyes que operan en los sistemas humanos y que él llamó “órdenes del amor”. Para que los sistemas puedan desarrollar sus funciones y reducir su disfuncionalidad y desorden, es necesario que cada persona contribuya a restablecer el equilibrio y que, para ello, ocupe el lugar que le corresponde. De esta forma podrá seguir creciendo y viviendo su propio destino.
Hoy en día, la corriente sistémica se ha extendido a otras áreas, basándose en sus principios para entender lo que sucede en ámbitos empresariales o sociales que funcionan de una forma deficiente. Recientemente, se ha visto cómo puede resultar también muy efectivo el trabajo sistémico con un solo individuo del sistema, puesto que los cambios en él afectarán de forma positiva al resto de personas con las que se relaciona.
Somos muchos los profesionales que, viendo los beneficios de la terapia sistémica, hemos tomado de sus principios y forma de proceder en nuestra práctica profesional. Cada uno, integrando nuestra formación previa, experiencia y taranna propio.
Dentro de los profesionales destacados en la actualidad, pionera en las constelaciones familiares y el trabajo sistémico online, encontramos a Luz Rodríguez, creadora del método de Constelaciones Progresivas. Mediante este enfoque terapéutico se pretende que el individuo vaya transitando una serie de etapas a través de las que logra adquirir conciencia y tomar de forma progresiva diferentes acciones que la ayuden a caminar en coherencia con su propósito existencial.
¿Qué son las constelaciones Familiares?
Las constelaciones familiares son una herramienta terapéutica creada por el investigador alemán Bert Hellinguer en los años 80, quien formuló su método a partir de estudiar diferentes disciplinas, entre ellas la sistémica.
Bert descubrió que la lealtad y el amor que sentimos hacia nuestra familia nos lleva a querer resolver asuntos familiares que tienen que ver con historias vividas por nuestros ancestros, lo cual a veces nos encadena de forma inconsciente a vivir un destino personal que no es el nuestro.
Las constelaciones familiares se basan en la capacidad que tenemos las personas de percibir de forma inconsciente aquellos patrones familiares con los que estamos implicados. Esta herramienta pretende traer a la luz la imagen interna de la situación, representada mediante figuras o personas, en función de si la constelación es individual o grupal. A partir de esa imagen se logra inferir la solución que nos va a permitir liberarnos y enfocarnos en nuestro presente, aceptando las situaciones vividas anteriormente y tomando los recursos del pasado para poder vivir acorde a nuestros propios valores.
¿Qué son las constelaciones Progresivas?
Las constelaciones progresivas son un método terapéutico creado por la psicóloga y educadora Luz Rodríguez, a partir de su experiencia previa con las constelaciones familiares y con otras técnicas terapéuticas.
En palabras de su propia creadora, las constelaciones progresivas” se basan en hacer consciente la percepción interiorizada que poseemos de nuestro sistema familiar que configura nuestras actitudes, pensamientos y sentimientos ante la vida y las relaciones”
A partir de la toma de consciencia se pretende que la persona vaya tomando de forma progresiva diferentes acciones que la ayuden a cambiar el enfoque, de forma que pueda contribuir desde su lugar a solucionar los conflictos personales y familiares que le afectan.
Las constelaciones progresivas constituyen un proceso de entre 5 a 10 sesiones en las que el consultante va transitando una serie de etapas a través de las que logra concretar sus objetivos en coherencia con su propósito existencial, aprendiendo a tomar fuerza tanto de sus puntos débiles y sombras como de sus fortalezas.
¿Cómo se desarrolla un proceso de terapia sistémica desde SERSISTEMICA?
El terapeuta indagará junto con las partes afectadas (individuo, familia o grupo) los factores implicados en el presente en el mantenimiento de la problemática definida, estableciendo una o varias hipótesis en función de las que se establecerá un plan de acción, con el fin de solucionar el problema concreto por el que se acude a consulta.
La hipótesis proporcionará una explicación teórica de qué función tiene el síntoma dentro del sistema, buscando diferentes opciones para que la persona o familia pueda satisfacer sus necesidades o funciones vitales de forma saludable, sin que el síntoma tenga lugar.
A lo largo del proceso terapéutico se abordarán diferentes capas o dimensiones del problema, incidiendo desde lo más antiguo (aspecto cultural, social y transgeneracional) a lo más inmediato (experiencia personal y familiar, rol ejercido en los diferentes ámbitos de interacción y rasgos individuales/personalidad).
Para ello, el terapeuta se servirá de diferentes técnicas que ayuden al consultante, familia o sistema a tomar conciencia de aquellas situaciones o embrollos que contribuyen a mantener el problema o conflicto. Visto esto, se le acompañará con varios recursos hacia nuevas acciones que promuevan la transformación y crecimiento de la persona, familia o sistema en cuestión.