Muchas personas piensan que el trauma es algo que solo ocurre tras experiencias extremas como un accidente grave, un abuso o una catástrofe. Sin embargo, el trauma es mucho más común y sutil de lo que imaginamos. Puede alojarse en el cuerpo durante años, afectando nuestras emociones, relaciones, salud física y capacidad de vivir con plenitud. Comprender qué es el trauma es el primer paso hacia su sanación.
¿Qué es el trauma?
Desde una perspectiva psicológica, el trauma es una herida emocional profunda que surge cuando una experiencia sobrepasa la capacidad de una persona para afrontarla o procesarla. Esto puede incluir situaciones como abandono emocional en la infancia, separación de figuras significativas, violencia, acoso, negligencia, pérdidas tempranas o incluso un parto difícil.
Pero más allá del evento en sí, el trauma se define por cómo se experimentó y quedó registrado en el sistema nervioso. Dos personas pueden vivir la misma situación, y mientras una la procesa, la otra puede quedar traumatizada. No es el hecho externo el que determina el trauma, sino la respuesta interna.
Tipos de traumas psicológicos
Tras ver qué es el trauma, podemos clasificarlos en diferentes tipos, entre ellos:
- Trauma agudo: resultado de un solo evento impactante (como un accidente).
- Trauma complejo o crónico: provocado por múltiples eventos repetidos en el tiempo, especialmente durante la infancia.
- Trauma del desarrollo: ocurre cuando las necesidades emocionales básicas no fueron cubiertas adecuadamente durante etapas claves de crecimiento.
- Trauma transgeneracional: heridas emocionales que se transmiten de generación en generación dentro de una familia o comunidad.
Estos traumas, especialmente los no resueltos en la infancia, pueden influir en la vida adulta en forma de ansiedad, bloqueos, relaciones conflictivas, baja autoestima o reacciones emocionales desproporcionadas.
¿Cómo se aloja el trauma en el cuerpo?
El trauma no solo vive en nuestra mente. Se almacena en el cuerpo, en la memoria celular y en el sistema nervioso autónomo. Cuando algo nos sobrepasa, nuestro cuerpo activa mecanismos de supervivencia como lucha, huida o congelación. Si no se completa este ciclo de respuesta, la energía queda atrapada en el cuerpo.
Esto se manifiesta a menudo como:
- Tensión muscular crónica
- Problemas digestivos o respiratorios
- Dificultades para dormir
- Sensación de desconexión del cuerpo o de uno mismo
- Dolores físicos sin causa médica aparente
- Hipervigilancia o ansiedad constante
Muchos síntomas que parecen físicos tienen raíces emocionales. El cuerpo no olvida lo que la mente intenta reprimir. Por eso, sanar el trauma requiere no solo hablar de él, sino también trabajar con el cuerpo.
Fases para superar un trauma
Superar un trauma es un proceso que no ocurre de la noche a la mañana. Estas son algunas de las fases más comunes:
- Conciencia: reconocer que hay un trauma no resuelto.
- Seguridad: crear un entorno interno y externo seguro donde sea posible mirar hacia dentro sin sentirse abrumado.
- Exploración: comprender la historia personal y cómo se expresa el trauma en cuerpo y mente.
- Liberación: permitir que las emociones y las energías atrapadas se expresen de forma segura.
- Integración: recuperar partes de uno mismo que quedaron congeladas y reconstruir desde un nuevo lugar de vitalidad y autenticidad.
Estas fases no son lineales. Es posible ir y venir entre ellas, y cada persona las transita a su propio ritmo.
Cómo superar traumas con prácticas corporales somáticas
Una de las herramientas más efectivas para sanar el trauma es el trabajo corporal consciente. A esto nos referimos con prácticas somáticas: enfoques terapéuticos y de movimiento que se centran en la conexión con el cuerpo como puerta de entrada al mundo interno.
Estas prácticas ayudan a:
- Regular el sistema nervioso
- Salir del estado de congelación
- Reconectar con el cuerpo de forma segura
- Completar respuestas de defensa bloqueadas
- Sentir sin ser desbordado
- Restaurar la confianza en uno mismo y en la vida
Algunas de las prácticas más utilizadas incluyen:
1. Somatic Experiencing (Experiencia Somática)
Desarrollada por Peter Levine, esta técnica permite que la persona observe sus sensaciones corporales, sin tener que revivir mentalmente el evento traumático, para que el cuerpo pueda descargar la energía retenida y restaurar su equilibrio.
2. Yoga sensible al trauma
El yoga suave y consciente, enfocado en la respiración y la presencia, permite que el cuerpo se relaje, se suelte y recupere su capacidad de sentir placer, calma y seguridad. En este tipo de práctica no importa la forma estética de la postura, sino cómo se siente en el cuerpo.
3. Movimiento corporal sensitivo
Desde enfoques como el movimiento auténtico, la educación somática o el movimiento expresivo, se propone explorar el movimiento libre y la escucha corporal como forma de liberar memorias emocionales almacenadas.
4. Respiración consciente
El trabajo con la respiración (como la respiración holotrópica, consciente o circular) permite entrar en estados ampliados de conciencia que pueden facilitar la liberación emocional y el acceso a memorias del cuerpo.
5. Contacto y toque terapéutico
El contacto físico seguro y respetuoso (cuando es posible y apropiado) puede ser profundamente sanador, sobre todo cuando el trauma está ligado a experiencias de abandono o agresión física.
Cómo superar un trauma infantil en la edad adulta
Muchos de los bloqueos que encontramos en la adultez tienen su raíz en traumas infantiles no resueltos. Cuando no fuimos vistos, escuchados o protegidos como necesitábamos, desarrollamos estrategias de supervivencia que luego se convierten en patrones limitantes.
Superar un trauma infantil implica:
- Reconocer la historia vivida sin juzgarla
- Validar las emociones que no pudieron ser expresadas en su momento
- Reparentar (reeducar desde el adulto amoroso que somos hoy) a ese niño o niña interior
- Desidentificarse de los roles asumidos en la infancia
- Incorporar prácticas corporales que nos ayuden a sentirnos seguros en el presente
Sanar el trauma es regresar a casa
Después de contarte todo sobre qué es el trauma, vemos que nos desconecta de nosotros mismos. Nos impide sentirnos seguros, confiados y merecedores. Por eso, el camino de sanación no es solo psicológico, es profundamente corporal, emocional y espiritual.
A través de las prácticas somáticas podemos volver a habitar nuestro cuerpo como un lugar seguro. Podemos restaurar la conexión con nuestro centro, con nuestras emociones y con la vida que late en nosotras. No se trata de olvidar el pasado, sino de dejar de vivir desde él.
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